Lo poco que quedaba de relaciones diplomáticas entre Israel y Venezuela es historia. El Gobierno de Ehud Olmert decidió el lunes la expulsión de dos diplomáticos venezolanos, a los que emplazó a abandonar el país en 72 horas, después de que el presidente Hugo Chávez hiciera lo propio tres semanas atrás con los miembros de la legación israelí en Caracas en protesta por las matanzas de civiles en Gaza, a las que calificó de "holocausto". Israel no adoptaba una decisión de esta naturaleza desde la guerra de Yom Kipur, en 1973, cuando expulsó a representantes de varios Estados africanos. Los estrechos vínculos de Chávez con el régimen iraní ya ahondaron un distanciamiento que culmina ahora en ruptura abierta.
Uno de los diplomáticos expulsados -Jonathan Velásquez, declarado persona non grata- era el representante ante la Autoridad Palestina, que protestó con tanta amargura como impotencia.
Mientras, un convoy de diplomáticos europeos fue retenido ayer en la frontera de Erez durante seis horas después de que soldados israelíes dispararan a modo de aviso contra los vehículos de los diplomáticos que visitaban la franja. El Ministerio de Exteriores francés convocó al embajador israelí en París, Daniel Shek, para protestar por este "incidente inaceptable".
Es difícil no vincular este episodio con la reciente iniciativa francesa en el seno de la Unión Europea. París aboga por reconocer un Gobierno de unidad palestino con presencia de Hamás, lo que supondría un vuelco en la postura de Bruselas, que ha rechazado desde enero de 2005 cualquier inclusión de Hamás sin su previa renuncia a la violencia y sin que expresara formalmente el reconocimiento del Estado sionista.
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